Estando cerca la celebración de la «Pascua del Señor», quiero enviar un saludo de paz y de alegría a todos ustedes hermanos.
La lucha de poder entre hermanos de grupos armados siembran acontecimientos tristes, devastadores, como lo sucedido en San José de Chila: Hermanos privados de la vida, un templo y casa parroquial ultrajados a balazos con armas de alto poder, una pila bautismal rota y tirada, gracias a Dios el Sagrario con las especies consagradas, fue respetado. El siguiente domingo, después del 19 de Marzo, día en que sucedieron los acontecimientos, fui a la comunidad para estar con mis hermanos que ahí viven y con el sacerdote que camina con ellos, y a la vez para celebrar una Misa y realizar un acto de desagravio, por tal profanación.
En muchas partes de nuestra diócesis, se continúa profanando “templos”, porque cada hermano es un templo vivo. “El santuario de Dios es sagrado, y ustedes son el santuario” (1Cor.3,17), nos dice el Apóstol Pablo. Dios habita en cada uno de nosotros, somos templos vivos de Dios. Hermanas dejemos que la luz de Cristo Resucitado, ilumine las tinieblas de violencia y de crimen en que vivimos inmersos. Respetemos el templo de Dios, en la persona de cada hermano, que nadie sea ultrajado, menospreciado, y menos aún, privado de la vida.
Les invito para que vivamos el momento presente colmándolo de amor. La gracia de Dios nos de la energía para trabajar por la paz y la reconciliación, aún en los momentos de más desesperanza. La fuerza requerida para sobrellevar el sufrimiento, la voluntad para no desfallecer, el amor aún hacia el enemigo, sólo puede provenir de Dios, del seguimiento de Cristo, de la fuerza del Espíritu Santo.
Exhorto a todos a seguir orando por la paz, con la certeza de que la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, será nuestra victoria. Que la Virgen María, Nuestra Señora de Acahuato, interceda por todos sus hijos, para que permitamos ser iluminados por la luz de Cristo Resucitado.
Cristóbal Ascencio García.
Obispo de la Diócesis de Apatzingán.